Así lo define Keiner, para él, Kaleth era su mejor amigo, su hermano de alma, era el rey como persona, como hermano, como profesional como amigo. De él recuerda sus consejos:”ser humilde y ganarse el cariño de la gente”.

Con él compartió el amor por la música y los videos juegos que también disfrutaban junto a Kanner y sus amigos. Los play station, los nintendos y los ataris, eran su pasatiempo favorito.

Le apasionaba el fútbol y aunque su equipo del alma era el Nacional de Medellín, a la hora de jugar play station escogía al seleccionado de Nigeria”Era bueno, muy bueno, nunca les pude ganar. Ni a él ni a Kanner”, recuerda Keiner.

Su semblante va cambiando, se torna triste cuando rememora sus últimos momentos con su hermano, pero ríe a carcajadas cuando a su memoria llegan los recuerdos de aquel día que jugaron con espuma. Del viaje no es mucho lo que recuerda, lo más claro que tengo, dice es “cuando nos detuvimos en el peaje de Plato, cancelamos y la joven que atendía, le pidió a Kaleth una fotografía, me puso la mano en el pecho, posamos juntos, así quedó plasmado el último momento. Después todo se oscureció para los dos jóvenes, ocurrió el encuentro con el destino fatal.

Conocida la muerte de Kaleth, la familia Morales Troya, se debatía entre el dolor de la  repentina desaparición del joven cantante y la esperanza de la recuperación de Keiner. Esos días pasaban lentos, hubo muchos momentos de dolor, de crisis, pero  nunca se perdió la fe, todos se aferraron más a Dios.

Se hicieron muchas  promesas que serán cumplidas cuando llegue el momento. Su papá Miguel, siempre estuvo con él, dejó de dormir, de comer y hasta de bañarse en algunas ocasiones, porque lo más importante era recuperar a su hijo.

En algún momento, los médicos lo llamaron loco, y cómo no hacerlo, si cada vez que tenía la oportunidad de entrar a su habitación hablaba con el:”Mijito si me estás escuchando hazme una señal, aprieta mi mano” y con lágrimas en los ojos, el mismo Miguel afirma, que siempre encontró respuesta por parte de su hijo, después de tantas “peleas” interiores con Dios. Por ello, los Morales Troya no se cansan de decir que la recuperación del muchacho es un milagro de vida.

Keiner entró en ese lento proceso de recuperación. Hoy se ríe pero admite que solo  recuerda   que estaba “flaco y pelúo y hablaba muchas incoherencias con los amigos que me iban a visitar”. Kanner interrumpe el relato, quiere contarme  que poco a poco fue él quien se encargó de darle la noticia de la muerte de Kaleth.

Keiner dice que no recuerda haber llorado, sin embargo, su hermano Kanner confiesa, que sintió mucho dolor por él,  por su sufrimiento, porque fue testigo de las muchas lágrimas que derramó por la ausencia de su hermano. Ese, dicen ambos, fue el día más doloroso de sus vidas, gran parte de su ser se había ido con el rey  Kaleth.

Kanner sigue absorto en sus recuerdos, dice que a Keiner le fueron dando la noticia con mucha diplomacia, nunca se le dijo directamente tu hermano se murió: “Cuando yo llegaba al cuarto le decía, manito tienes que estar preparado para esto, mira que si él estuvo en la tierra fue para esto y para esto, Kaleth está a punto de morirse le decía yo cuando ya  nuestro hermano había fallecido”.

Los recuerdos vienen y van, la risa inunda la casa, cuando les pregunto si Kaleth los aconsejaba sobre las relaciones amorosas con las chicas. Kanner es el primero en tomar la palabra, para confesar muy seriamente, que él es hombre de una sola mujer, ya tiene novia y llevan once meses juntos.

Ahora es Keiner quien quiere contarme, que a pesar de que Kaleth tuvo muchas novias y tenía fama de mujeriego, siempre les aconsejó que las respetaran, que tuviesen cuidado a la hora de que las cosas pasaran a mayores. Les decía “Cuídense, cuídense, porque este mundo está patas arriba”.

 “Es verdad que tenía muchas mujeres pero a todas las respetó, siempre las trató bien nunca fue grosero con ellas y a pesar de que tuvo dos hijos cuando aún era muy joven, siempre asumió ese compromiso con mucha responsabilidad”, terminan diciendo sus hermanos.

Mientras seguimos conversando, Keiner fija su mirada en la galería de fotos que se exhibe en su casa, sigue inmerso en sus recuerdos, pero vuelve a la realidad, para contarme  que su llegada a Valledupar, después de su recuperación le levantó los ánimos, a pesar de que se sintió aturdido por la muchedumbre que lo esperaba ansiosa en el aeropuerto Alfonso López.

Poco a poco volvió a la rutina de su vida, pero nunca más volvió a ser el de antes, con el paso de los días se fue gestando el proyecto de 'Los K Morales', para lo que siempre contaron con el incondicional  del leal acordeonero de su hermano, Juan K Ricardo, que no dudó ni un instante en acompañarlos en esta nueva empresa. El trabajo fue duro, admiten que no quieren reemplazar a Kaleth porque el es el rey, es único, es original, fue y es el mejor. Dicen que  solo quieren ganarse un espacio dentro de la música vallenata a punta de talento y esfuerzo propio. Desean perpetuar la dinastía que con orgullo les llegó su padre.

 

Comenzaron a pasos agigantados, pero hoy por hoy siguen en la lucha, con mucha responsabilidad y honestidad, siguen su recorrido ascendente a la gloria, se sienten felices con el apoyo y el cariño de la gente, prometen seguir estudiando música, seguir preparándose para no defraudar a Kaleth, a su familia y a su público y  así lograr el mayor sueño de su hermano, que es también el suyo: alcanzar un premio Grammy.




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