Kaleth Miguel Morales Troya, el hijo de 'Migue' y Nevis, siempre fue un muchacho de su casa, en su nacimiento no tuvo muchas cosas, cuando vino al mundo sus pañales fueron retazos de sábanas, que la abuela materna amorosamente cosía por las orillas. Las camisitas las bordaba un chico por pocos pesos y  encima de cada muñequito, le iba  colocando  una estrella presagiando  lo que sería su destino.

Siempre fue el hijo preferido de 'mamá', el que llenaba de celos a sus hermanitos  y hasta  a su mismo papá, por la complicidad que existía entre madre e hijo. Era tan reducido ese espacio que  crearon para los dos,  que a veces cuando se contaban secretos, no había cabida para nadie más.

Nevis Troya no sólo fue mamá de Kaleth Morales, también  fue cómplice, amiga, compinche, cuartera  su primera manager. Pero además  la mujer que lo parió y que  se ponía celosa  cuando las demostraciones de  cariño de su niño para la novia, sumaban más, que las que le prodigaba a ella. Entonces él se moría de la risa por las cosas de su mamá y de paso   iba y  la divulgaba con la novia vecina, le hablaba de los celos de su madre y le decía que para evitar problemas futuros, era mejor sentarse  en la mitad del mueble de la sala de su casa y las dos mujeres de su vida, a cada lado de él.

La guía de siempre

Mientras Kaleth crecía decidió que sería doctor. Al terminar  sus estudios, todavía  agarrado de las faldas de mamá, de las que sólo la muerte lo pudo safar, se fue a presentar a la Universidad. Primero en Buca-ramanga  y luego en Cartagena, en las dos pasó, pero cuando llegó el sí de Bucaramanga, el muy desesperado papá ya lo había matriculado en Cartagena. 

Y no era para menos el miedo, si días ante el manso Kaleth, se reveló para decir  que ya no iba estudiar para ser médico, sino aviador de guerra. La noticia casi mata  de la rabia a Miguel Morales, que lo mandó a “ubicarse y a coger el mínimo”.

Nuevamente mamá lo ayudó a encontrar la vocación perdida, pero la verdadera vocación aún estaba oculta en él y el lío era como sacarla a flote sin que cayeran rayos y centellas en su hogar. 

El día de la partida del chico para iniciar el primer semestre hubo llanto en casa, hubo duelo por su ausencia, ay del que se atreviera a prender siquiera el radio, ese  se llevaba sus correazos de mamá, “el dolor era demasiado para estar escuchando música” expresa Nevis.

Así fue pasando el tiempo pero ninguno de los dos se conformaba con la lejanía. Empezaron a llegar las novias y  los amigos, pero Nevis siempre fue irremplazable en el corazón de su Kaleth.

 Ya con los años al resto de la familia le tocó entender esa cercanía de los dos. Cercanía que se estrechó mucho más, cuando al muchacho tuvo que  entender que pese a su corta edad muy pronto sería papá, pues su novia juvenil se había embarazado y la cosa ya no tenía reversa.

La noticia le produjo el mayor trauma  que lo sometió a un total encierro. Lo que más pánico le daba, era pensar que ya no se iba  a estudiar y que además le dirían 'señor Kaleth'. Mamá y papá sortearon esos miedos, le explicaron que  un hijo siempre era bienvenido y que debía amar a esa criaturita que  Dios le estaba regalando; también le  manifestaron que igual  eso no era una camisa de fuerza, si él no quería  casarse con Ivón, la madre de su hijo, que además era dos  años mayor.

Ya en Cartagena y sumergido en los estudios el joven empezó a superar ese momento, mientras los abuelos en Valledupar preparaban el recibimiento de Katrinalieth, cuando se enteraron que era una niña.

El nuevo papá

El día que nació la segunda mujer de los Morales, Nevis llamó a su hijo y le colocó el llanto de  una muñeca. “Quién está llorando ahí mami”, dijo. “Tu hija mi amor, acaba de nacer”, le respondió su mamá. Ese fue su segundo susto, que lo dejó mudo en la línea. 

Vinieron las vacaciones que trajeron al recién papá de regreso, pero nada que  se decidía  por conocer a  la pequeña. Al fin un día fue, luego volvió, la cargó después, cuando nadie lo veía la arrullaba en su pecho. Al final esa chiquilla se convirtió en su otra razón de existir. “Se 'tragó' tanto de ella, que le costaba separarse de su lado, la quería tener todo el tiempo con él mientras estaba en casa, se la llevaba a todos lados, a mi a veces me tocaba bajársela del carro”. Expresa su mamá sumida en los recuerdos.

Cuando a Kaleth lo sorprendió la fama, no cambio su manera de ser, pocas veces durmió en la calle para no darle dolor de cabeza  a sus padres,  nunca les faltó el respeto, pese a que su papá un día  le pegó una cachetada, en medio del desespero que le causó ver siete novias de él, juntas en su casa y paliándose entre sí.  Su aptitud fue irse a dormir donde unos amigos dos días. Mientras Miguel arrepentido lo buscaba por todas parte. 

Latidos del corazón

Nevis siempre presintió que a su hijo le pasaría algo en la vida, siempre sintió que el tiempo de Kaleth en la tierra era efímero,  por eso tal vez sin darse cuenta inclinó el total de  su cariño hacia él.

Ella  veía todo tan perfecto en su vida y la de sus hijos en los últimos tiempos, que esa felicidad  la deba miedo. Cada vez que se acostaba en la cama con la cabeza al revés, para poder apreciar las fotos que tenía sobre su cabecera de sus tres varones, era  ahí cuando le entraba la punzada del vacío; entonces  sentía que uno de los tres se iría y algo en su interior le decía que el de la partida sería su Kaleth, su 'niño Grammy', como ella  le llamaba últimamente.

Cenicienta

De ahí ese empeño en acostarlo temprano, en darle permiso hasta las doce de la noche nada más, en bucearlo donde estaba. Esas cosas a  Kaleth a veces le daban rabia, por las “Vainas de mi mamá con esos presentimientos que si me pasa algo”, se quejaba.

Otras veces le  daban risa y decía: “que oso que dirían esas mujeres de mundo que me admiran, si me vieran si mami, no mami, ya me voy a dormir mami”. Y en otras ocasiones le miraba la parte divertida a esas cantaletas de Nevis y la complacía llegando a casa faltando pocos minutos para las doce de la noche.

 Mientras subía las escaleras gritaba en medio de risas: “mamiiii ya llegó cenicienta a casa, puedes dormir feliz aquí tienes a tu cenicienta”.

 

 




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